Si no estás dispuesto a leer la
realidad, a seguir viviendo en un mundo “rosa” y a no enfrentarte
a tus problemas... no sigas leyendo. Si estás acostumbrado al
autoengaño y seguir cual cervatillo por un monte...no sigas leyendo... Si quieres cambiar y poner solución.
Este es tú post.
En la vida ocurren situaciones que
ponen a prueba nuestra estabilidad. Un ejemplo puede ser la muerte
de un ser querido, de manera rápida, porque si, sin motivo... trastoca el equilibrio de cualquier persona. A nivel emocional, a
nivel conductual, en su vida en general... tener que aprender sin que
esté, comprenderlo, aceptarlo. Difícil. Igualmente otras
situaciones que ocurren y pensamos que no nos va a pasar a nosotros,
lo vemos lejano, inmersos en nuestro mundo “burbuja”. Una ruptura
de la pareja, un divorcio de los padres, maltrato, agresión, bulling
, enfermedades de un hijo, incendio en una vivienda, desahucio y los
problemas cotidianos (facturas, paro, problemas con la pareja,
problemas familiares…)
Para superar estos trances es de gran
importancia la educación emocional. Localizar lo que te ocurre,
(ponerle nombre), entender lo que sentimos, gestionarlo y utilizarlo
para adaptarse y ser feliz en un entorno que por desgracia es
bastante hostil... bonito pero hostil.
Esto es la base del autoestima, de la
autoconfianza, quererse uno mismo para poder establecer relaciones
sanas y no convertirnos en seres “modo automático” que ni
sienten ni padecen, que pasan por este mundo como cualquier otro de
nuestra especie… vivir en una burbuja creada por la sociedad donde
el escapartismo, las relaciones tóxicas y el fingimiento nos
envuelve cada día más.... la gran consecuencia es el sentimiento de
vacío por no realizar lo que uno quiere realmente.
Vivimos en una sociedad donde expresar
una emoción relacionada con la debilidad no es aceptable. Donde la
moda es no sufrir. ¿Por qué tenemos que guardar estas emociones?
¿Por qué siempre hay que ser fuerte? ¿Por qué no podemos llorar?
¿Por qué tenemos que evitar el sufrimiento a toda costa?
Desde épocas antiguas se usaban
remedios naturales para aliviar el dolor, las pastillas de
laboratorio no es algo nuevo. Está muy bien este desarrollo debido a
la mejora en la calidad de vida de las personas y en el aumento de
vida, pero el abuso ha producido efectos secundarios.
Pongamos un ejemplo: ¿Qué ocurre
cuando una persona toma muchos analgésicos? el organismo se ha
“acostumbrado” a esta sustancia y cuando realmente la necesitamos
no nos hace efecto, esto se denomina: tolerancia. Nuestro umbral del
dolor ya no es el mismo. Si antes podíamos aguantar el dolor, ahora
cualquier índice es insoportable. Lo mismo ocurre con las emociones.
Cuando tenemos problemas de cualquier
índole que nos afecta a nivel emocional, hay que pasarlo mal. Lo sé,
no es lo que esperabas leer, pero es así. Querer estar bien a toda
costa y olvidarlo produce el efecto contrario, todos tus esfuerzos se
centrarán en evitar. Si es algo externo y podemos solucionarlo es
adaptativo buscar alternativas que nos lleve a un bienestar, pero si
es algo que no podemos cambiar y nos está afectando hay que aceptar
y comprometerse.
Según la terapia de Aceptación y
compromiso, comprometerse es la clave, continuar el camino……
“caminante no hay camino se hace camino al andar… “ (Antonio
Machado). Lo acontecimientos buenos, las nuevas preocupaciones y las
metas realistas que nos satisfagan hará que se disipe el malestar
(que no olvidar) pero te enseñará a vivir y utilizarlo como
estrategia para futuros acontecimientos. Crear metas realistas que
nos satisfagan y que poco a poco vayamos consiguiendo. Nos ayudará a
centrarnos en otros aspecto y a conseguir refuerzos positivos. No
temas equivocarte. Lo bueno es que podemos mandar todo a la mierda y
empezar de nuevo.... tantas veces como queramos, es tú felicidad.
Como siempre, todo comienza en la
infancia. Los mensajes que nos transmiten nuestros padres (no llores,
cómete todo, duérmete ya, se valiente, no te quejes tanto….)
mediante el lenguaje iremos formando representaciones de “estilos
de afrontamiento” de “cómo actuar” y a localizar y gestionar
lo que sentimos.
Cuando somos pequeños tenemos que
tropezar, y esto implica aprender para posteriormente tener las
estrategias adecuadas para enfrentarnos al entorno. Un niño tiene
que suspender y que le regañe la profesora, saber que lo ha hecho
mal y que puede mejorarlo con esfuerzo. Esto hará que en la
adolescencia si decide trabajar o estudiar por sí mismo sea capaz de
superarlo. Si no se estancará en un mundo “ideal” sin
sufrimiento, de color de rosa, que no existe. Y será diferente,
tendrá problemas, se sentirá mal, triste, ansioso y lo peor no
sabrá el porqué. Desde casa y la escuela hay que enseñar el porqué
hacer las cosas y enseñar inteligencia emocional. Como actuar con
uno mismo y con los demás ante una situación cualquiera que produce
emociones.
En muchas ocasiones nuestros
pensamientos rigen nuestra vida con tal control que pensamos que es
correcto. Es la experiencia y los resultados lo que hará que
aprendas y observes si es correcto o no dicho pensamiento. Un ejemplo
puede ser un adolescente, que piensa que no tiene capacidad de
estudiar y por miedo a suspender no comienza una carrera. No
comprometerse es lo fácil. Y puedes perder muchas oportunidades,
vivencias y felicidad por miedo a.
Yo siempre me pregunto ¿qué puede
pasar? Que no lo haga bien, que no ocurra, que me digan que no…….
Para saberlo tengo que hacerlo y ya veremos que ocurre….y como me
enfrento a ello.
Apagar lo que sentimos es momentáneo,
y claro, todos alguna vez nos hubiese gustado que nos aliviaran
sufrimiento pero no es lo que es bueno para ti. El sufrimiento es
parte del aprendizaje y si…claro que no nos gusta, pero lo fácil
no es lo mejor.
A su vez creamos un mundo donde ser
fuerte es lo que hay que ser, donde tenemos que guardarnos las
emociones y los problemas para nosotros mismos y hacer que todo va
bien... Si haces lo contrario la sociedad te aparta, no quiere gente
con problemas a su lado, no quieren gente triste…
Qué irónico, como si alguien no
hubiese estado triste alguna vez…
Reprimir una emoción hace que nos
enfermemos. Una mujer que trabaja, cuida a sus hijos, se encarga de
la casa, etc etc…siempre tiene que ser fuerte, no mostrar
debilidad, no llorar, no tener un momento para ella... Pero... ¿dónde
estamos viviendo? Ella necesita cariño, apoyo, y trabajo compartido.
A la larga esta carga física y emocional tendrá consecuencias en su
salud. Cualquier persona que reprima una emoción y no la gestione
adecuadamente tendrá consecuencias para su salud.
A continuación he creado un pequeño
cuento para empezar a trabajar las emociones con los más pequeños
de la casa. Ellos son el futuro. Cambiemos la sociedad.
La
pequeña mariquita
Un día de primavera, la pequeña
mariquita se dirigía a revolotear entre las plantas. Estaba feliz,
contenta, era un día soleado donde todos los animalitos del bosque
salían a jugar.
Ella se puso sus mejore galas, chaqueta
roja con grandes lunares negros, se lavó sus antenas y se dispuso a
salir de su casita. Antes de salir le dijo a su mamá que quería ir
cerca del río, donde todos los animalitos del bosque se reunían
para jugar y bailar al ritmo de los cantos de la rana cantarina.
La mamá mariquita le dijo que podía
ir pero que tuviera cuidado no se perdiera y no volviera cuando
oscureciera. La pequeña mariquita salió entusiasmada y rápido voló
hacia el río.
De camino se encontró un gran árbol
con hojas verdes y flores blancas, en él se encontró a una abeja.
La mariquita que estaba muy contenta saludó a la abeja.
Hola! Cómo te llamas? Yo me llamo
Federica. A lo que la abeja no le contestó nada. La miró con cara
de enfado y pocos amigos...
Como la mariquita estaba muy contenta
siguió su camino sin hacer mucho caso a lo que había ocurrido.
Aunque su alegría ya no era igual que cuando salió de su casa. No
se preguntó porqué, sin más continuó su camino...
Seguidamente se encontró con un perro.
Hola señor perro! ¿Va usted al río?
¿a la fiesta de la primavera?
A lo que el señor perro le contestó!
Aparta pequeñaja… me molesta tu revoleteo…. Tengo mejores cosas
que hacer que perder el tiempo jugueteando.
La mariquita comenzó a sentirse algo
triste, disgustada, por qué los animales del bosque estaban así. No
entendía nada. No sabía porque la hablaban y trataban así si hoy
era un día de celebración y alegría.
Continúo su camino….. menos
contenta, sentía como las ganas que tenía de salir y jde ugar se
iban desvaneciendo, tenía ganas de llorar, no sabía que le estaba
ocurriendo.
De repente se encontró con un gato
negro, con largos bigotes y ojos saltones. La mariquita ya no quería
saludar a nadie….. a lo que el gato negro le para y le dice.
Buenas tardes mariquita! Me llamo Leo.
¿Por qué vas con las antenas hacia abajo, triste y volando tan
despacio? ¿te ocurre algo? La mariquita no sabía que decirle tan
solo que se había encontrado a dos animalitos del bosque camino al
río y uno no le había contestado y otro le había gritado de muy
malas maneras.
Leo le dijo. Yo se lo que te pasa! Tú
estás enfadada con los dos animalitos porque no han reaccionado
adecuadamente contigo y triste porque no lo esperabas y solo querías
jugar con ellos.
La mariquita le dijo, si, eso es lo que
me ocurre y ¿qué tengo que hacer para que se me pase?
Leo dijo. ¿Es culpa tuya que haya
animalitos que estén enfadados y te contesten mal o no te hablen?
Quizá a ellos les pasara algo también y no tuvieron un día tan
bueno como el tuyo. Piensa que ya ha ocurrido y que te has sentido
así pero no tienes porque estar así todo el rato, podemos hacer
algo para arreglarlo.
La mariquita le dijo. ¿El qué? No sé
qué hacer….
Leo: ¿y si vamos juntos a la fiesta de
la primavera? Seguro que allí habrá animalitos que quieran pasarlo
bien.
La mariquita y el gatito negro fueron
juntos a la celebración, allí encontraron una gran merienda con
música y flores adornando todos los arbustos. Estaba el cocodrilo
con su amigo el camaleón, la hormiga con sus amigas gusana y
garrapata. Todos querían bailar y jugar hasta el anochecer.
La mariquita comenzó a sentirse mejor,
ya había pasado aquella sensación y ahora estaba en otro lugar
haciendo otra actividad que le hacía feliz. Aprendió que lo que uno
siente o le pasa es la experiencia de uno mismo y que lo que el otro
siente o le pasa es su propio aprendizaje. Yo soy yo tu eres tú.
Vivimos en un mundo compartido pero cada uno como ser unitario con su
identidad. (Terapia Gestalt).
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