¿OS APETECE CONOCER VUESTRAS EMOCIONES?
Es importante conocer cómo pueden formar parte
de nuestra vida y plantearnos de dónde vienen, cómo son, cómo
funcionan y cómo interpretarlas para utilizarlas en nuestro día a
día ya que son necesarias para nuestro desarrollo personal y
adaptación (nos da información útil para las nuevas condiciones
del entorno), tienen una función social (sirven para comunicarnos y
entender el mundo) y una función motivacional (nos impulsa para
dirigirnos a nuestras metas). En conclusión conseguir un
equilibrio psicológico.
De ello se encarga la
inteligencia emocional, término acuñado por Daniel Goleman, que es
la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los
demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones. Ser
capaces de reflexionar sobre nuestras propias emociones y regularlas
de forma apropiada y tener habilidades suficientes para adecuarnos a
ellas socialmente.
Para ello tenemos que saber
lo que es una emoción. Según Fritz Lang, es una respuesta
constituida por tres componentes: el cognitivo o subjetivo (la
experiencia subjetiva de esa emoción, el sentimiento), fisiológico
o motor (las reacciones físicas mediadas por nuestro sistema
nervioso autónomo y hormonal) y expresivo o funcional (el objetivo
de dicha emoción).
Cabe preguntarnos si estas
emociones son innatas o aprendidas, hay varias teorías al respecto
pero en su mayoría hay acuerdo en que hay unas emociones básicas o
primordiales que tenemos al nacer, y que nos sirven evolutivamente
para la supervivencia según Darwin. Otras las aprendemos debido a
que el hombre se ha convertido a lo largo de los años en un ser
social.
A los 3-4 meses de nuestro
nacimiento se manifiesta la tristeza y el enfado, a los 4 meses la
rabia, sorpresa y alegría, a los 7 meses el miedo. Más adelante
aparecen emociones secundarias como la timidez y vergüenza a los
11-12 meses, el orgullo a los 2 años, la culpa y la envida a los 3-4
años.
Lo que tenemos que pensar es
que las emociones ocurren por algo, son una fuente de información
sobre lo que está ocurriendo y nos avisan de que hay que poner una
solución. Por eso es tan importante, dentro de la inteligencia
emocional, saber reconocer esas emociones, averiguar porqué ocurre y
poner remedio o no, dependiendo de si la emoción es positiva o
negativa.
Plutchik creó la rueda de
las emociones o brújula emocional. En ella observamos las emociones
básicas y como su combinación forman otras emociones secundarias,
que a su vez, dependiendo de la intensidad desemboca en otras. Por
ejemplo la máxima expresión de la alegría es el éxtasis, la
opuesta la tristeza. Si combinamos la alegría y confianza tendremos
amor.
El mayor representante en el
estudio de la emoción es Paul Ekman, que estudió la conducta no
verbal y las expresiones faciales definiendo las emociones básicas:
ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa (comunes a
todos los autores).
Alegría: emoción positiva
cuya función es favorecer la disposición del ser humano a
relacionarse con otros. Promueve un bienestar que nos lleva a tener
niveles altos de energía y nos prepara y motiva a conseguir metas.
Favorece otras habilidades como el rendimiento, memoria, creatividad,
resolución de problemas.
Tristeza: emoción negativa
que nos sirve de alarma, nos indica que tenemos que recapacitar lo que
nos está ocurriendo y buscar solución. Muestra a los
demás que necesitamos ayuda.
Ira o rabia: emoción
negativa, nos protege de la acción agresiva de otros y nos prepara
para atacar.
Miedo: emoción negativa, nos permite prepararnos fisiológicamente ante situaciones de peligro.
Asco: emoción negativa,
aversión en todos nuestros sentidos incluso a nivel de pensamiento
como que algo es ofensivo o desagradable.
Sorpresa: descubrimiento de
algo inesperado en cuestión de segundos, va seguida de otra emoción.
Es la única emoción neutra. Su finalidad es la orientación, nos
prepara para enfrentarnos a una nueva situación y cuando surge la
segunda emoción nos da la información de ese evento.
Es necesario saber controlar
las emociones negativas, ya que si supera su umbral deriva en
trastornos psicológicos, un ejemplo claro es el miedo en el
trastorno de pánico, la tristeza en la depresión o la ira en
trastornos donde implique violencia y agresión. No es bueno ni
reprimirlas ni expresarlas desproporcionadamente hacia los demás.
Por tanto el kit de la
cuestión es el autocontrol y el autoconocimiento. Conocernos a
nosotros mismos, saber poner nombre a lo que estamos experimentando,
controlarlo y gestionarlo para ir hacia un objetivo. Tener
conciencia social y habilidades para relacionarse.
Os dejo un autorregistro, es
una técnica de autoevaluación, una manera de observarnos y una vez
tengamos la información evaluarnos. Ver qué emociones sentimos con
mayor frecuencia, ver en qué momento ocurre, con qué esta
relacionada esa emoción, lo que pensamos y hacemos antes, durante y después y
así buscar la solución más adecuada dependiendo si lo que hemos
registrado es acorde a lo que pensamos o si es beneficioso para
nosotros. Tienes que rellenar cada día durante una semana una una tabla como esta, ten en cuena que en un día puedes registrar diversas emociones, incluso repetir una emoción en momentos distintos. Al
finalizar la semana observa lo que has escrito. Puede que te sorprenda lo que ves. Dedica un tiempo a analizarlo, te enseñará a reconocer tus emociones, darlas nombre y colococarlas contextualmente.
Tipo de emoción
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Hora que ocurre y duración
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Pensamiento
antes/durante/después
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Sensaciones físicas
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Situación dónde ocurre
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Personas implicadas
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Conducta antes/
durante/
después
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Conductas alternativas
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