martes, 26 de junio de 2018

¿Por qué ser fuerte?

Si no estás dispuesto a leer la realidad, a seguir viviendo en un mundo “rosa” y a no enfrentarte a tus problemas... no sigas leyendo. Si estás acostumbrado al autoengaño y seguir cual cervatillo por un monte...no sigas leyendo... Si quieres cambiar y poner solución. Este es tú post.
En la vida ocurren situaciones que ponen a prueba nuestra estabilidad. Un ejemplo puede ser la muerte de un ser querido, de manera rápida, porque si, sin motivo... trastoca el equilibrio de cualquier persona. A nivel emocional, a nivel conductual, en su vida en general... tener que aprender sin que esté, comprenderlo, aceptarlo. Difícil. Igualmente otras situaciones que ocurren y pensamos que no nos va a pasar a nosotros, lo vemos lejano, inmersos en nuestro mundo “burbuja”. Una ruptura de la pareja, un divorcio de los padres, maltrato, agresión, bulling , enfermedades de un hijo, incendio en una vivienda, desahucio y los problemas cotidianos (facturas, paro, problemas con la pareja, problemas familiares…)
Para superar estos trances es de gran importancia la educación emocional. Localizar lo que te ocurre, (ponerle nombre), entender lo que sentimos, gestionarlo y utilizarlo para adaptarse y ser feliz en un entorno que por desgracia es bastante hostil... bonito pero hostil.
Esto es la base del autoestima, de la autoconfianza, quererse uno mismo para poder establecer relaciones sanas y no convertirnos en seres “modo automático” que ni sienten ni padecen, que pasan por este mundo como cualquier otro de nuestra especie… vivir en una burbuja creada por la sociedad donde el escapartismo, las relaciones tóxicas y el fingimiento nos envuelve cada día más.... la gran consecuencia es el sentimiento de vacío por no realizar lo que uno quiere realmente.

Vivimos en una sociedad donde expresar una emoción relacionada con la debilidad no es aceptable. Donde la moda es no sufrir. ¿Por qué tenemos que guardar estas emociones? ¿Por qué siempre hay que ser fuerte? ¿Por qué no podemos llorar? ¿Por qué tenemos que evitar el sufrimiento a toda costa?

Desde épocas antiguas se usaban remedios naturales para aliviar el dolor, las pastillas de laboratorio no es algo nuevo. Está muy bien este desarrollo debido a la mejora en la calidad de vida de las personas y en el aumento de vida, pero el abuso ha producido efectos secundarios.
Pongamos un ejemplo: ¿Qué ocurre cuando una persona toma muchos analgésicos? el organismo se ha “acostumbrado” a esta sustancia y cuando realmente la necesitamos no nos hace efecto, esto se denomina: tolerancia. Nuestro umbral del dolor ya no es el mismo. Si antes podíamos aguantar el dolor, ahora cualquier índice es insoportable. Lo mismo ocurre con las emociones.
Cuando tenemos problemas de cualquier índole que nos afecta a nivel emocional, hay que pasarlo mal. Lo sé, no es lo que esperabas leer, pero es así. Querer estar bien a toda costa y olvidarlo produce el efecto contrario, todos tus esfuerzos se centrarán en evitar. Si es algo externo y podemos solucionarlo es adaptativo buscar alternativas que nos lleve a un bienestar, pero si es algo que no podemos cambiar y nos está afectando hay que aceptar y comprometerse.
Según la terapia de Aceptación y compromiso, comprometerse es la clave, continuar el camino…… “caminante no hay camino se hace camino al andar… “ (Antonio Machado). Lo acontecimientos buenos, las nuevas preocupaciones y las metas realistas que nos satisfagan hará que se disipe el malestar (que no olvidar) pero te enseñará a vivir y utilizarlo como estrategia para futuros acontecimientos. Crear metas realistas que nos satisfagan y que poco a poco vayamos consiguiendo. Nos ayudará a centrarnos en otros aspecto y a conseguir refuerzos positivos. No temas equivocarte. Lo bueno es que podemos mandar todo a la mierda y empezar de nuevo.... tantas veces como queramos, es tú felicidad.
Como siempre, todo comienza en la infancia. Los mensajes que nos transmiten nuestros padres (no llores, cómete todo, duérmete ya, se valiente, no te quejes tanto….) mediante el lenguaje iremos formando representaciones de “estilos de afrontamiento” de “cómo actuar” y a localizar y gestionar lo que sentimos.
Cuando somos pequeños tenemos que tropezar, y esto implica aprender para posteriormente tener las estrategias adecuadas para enfrentarnos al entorno. Un niño tiene que suspender y que le regañe la profesora, saber que lo ha hecho mal y que puede mejorarlo con esfuerzo. Esto hará que en la adolescencia si decide trabajar o estudiar por sí mismo sea capaz de superarlo. Si no se estancará en un mundo “ideal” sin sufrimiento, de color de rosa, que no existe. Y será diferente, tendrá problemas, se sentirá mal, triste, ansioso y lo peor no sabrá el porqué. Desde casa y la escuela hay que enseñar el porqué hacer las cosas y enseñar inteligencia emocional. Como actuar con uno mismo y con los demás ante una situación cualquiera que produce emociones.


En muchas ocasiones nuestros pensamientos rigen nuestra vida con tal control que pensamos que es correcto. Es la experiencia y los resultados lo que hará que aprendas y observes si es correcto o no dicho pensamiento. Un ejemplo puede ser un adolescente, que piensa que no tiene capacidad de estudiar y por miedo a suspender no comienza una carrera. No comprometerse es lo fácil. Y puedes perder muchas oportunidades, vivencias y felicidad por miedo a.
Yo siempre me pregunto ¿qué puede pasar? Que no lo haga bien, que no ocurra, que me digan que no……. Para saberlo tengo que hacerlo y ya veremos que ocurre….y como me enfrento a ello.
Apagar lo que sentimos es momentáneo, y claro, todos alguna vez nos hubiese gustado que nos aliviaran sufrimiento pero no es lo que es bueno para ti. El sufrimiento es parte del aprendizaje y si…claro que no nos gusta, pero lo fácil no es lo mejor.
A su vez creamos un mundo donde ser fuerte es lo que hay que ser, donde tenemos que guardarnos las emociones y los problemas para nosotros mismos y hacer que todo va bien... Si haces lo contrario la sociedad te aparta, no quiere gente con problemas a su lado, no quieren gente triste…
Qué irónico, como si alguien no hubiese estado triste alguna vez…
Reprimir una emoción hace que nos enfermemos. Una mujer que trabaja, cuida a sus hijos, se encarga de la casa, etc etc…siempre tiene que ser fuerte, no mostrar debilidad, no llorar, no tener un momento para ella... Pero... ¿dónde estamos viviendo? Ella necesita cariño, apoyo, y trabajo compartido. A la larga esta carga física y emocional tendrá consecuencias en su salud. Cualquier persona que reprima una emoción y no la gestione adecuadamente tendrá consecuencias para su salud.
A continuación he creado un pequeño cuento para empezar a trabajar las emociones con los más pequeños de la casa. Ellos son el futuro. Cambiemos la sociedad.


La pequeña mariquita

 
Un día de primavera, la pequeña mariquita se dirigía a revolotear entre las plantas. Estaba feliz, contenta, era un día soleado donde todos los animalitos del bosque salían a jugar.
Ella se puso sus mejore galas, chaqueta roja con grandes lunares negros, se lavó sus antenas y se dispuso a salir de su casita. Antes de salir le dijo a su mamá que quería ir cerca del río, donde todos los animalitos del bosque se reunían para jugar y bailar al ritmo de los cantos de la rana cantarina.
La mamá mariquita le dijo que podía ir pero que tuviera cuidado no se perdiera y no volviera cuando oscureciera. La pequeña mariquita salió entusiasmada y rápido voló hacia el río.
De camino se encontró un gran árbol con hojas verdes y flores blancas, en él se encontró a una abeja. La mariquita que estaba muy contenta saludó a la abeja.
Hola! Cómo te llamas? Yo me llamo Federica. A lo que la abeja no le contestó nada. La miró con cara de enfado y pocos amigos...
 Como la mariquita estaba muy contenta siguió su camino sin hacer mucho caso a lo que había ocurrido. Aunque su alegría ya no era igual que cuando salió de su casa. No se preguntó porqué, sin más continuó su camino...
Seguidamente se encontró con un perro.
Hola señor perro! ¿Va usted al río? ¿a la fiesta de la primavera?
A lo que el señor perro le contestó! Aparta pequeñaja… me molesta tu revoleteo…. Tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo jugueteando.
La mariquita comenzó a sentirse algo triste, disgustada, por qué los animales del bosque estaban así. No entendía nada. No sabía porque la hablaban y trataban así si hoy era un día de celebración y alegría.
Continúo su camino….. menos contenta, sentía como las ganas que tenía de salir y jde ugar se iban desvaneciendo, tenía ganas de llorar, no sabía que le estaba ocurriendo.
De repente se encontró con un gato negro, con largos bigotes y ojos saltones. La mariquita ya no quería saludar a nadie….. a lo que el gato negro le para y le dice.
Buenas tardes mariquita! Me llamo Leo. ¿Por qué vas con las antenas hacia abajo, triste y volando tan despacio? ¿te ocurre algo? La mariquita no sabía que decirle tan solo que se había encontrado a dos animalitos del bosque camino al río y uno no le había contestado y otro le había gritado de muy malas maneras.
Leo le dijo. Yo se lo que te pasa! Tú estás enfadada con los dos animalitos porque no han reaccionado adecuadamente contigo y triste porque no lo esperabas y solo querías jugar con ellos.
La mariquita le dijo, si, eso es lo que me ocurre y ¿qué tengo que hacer para que se me pase?
Leo dijo. ¿Es culpa tuya que haya animalitos que estén enfadados y te contesten mal o no te hablen? Quizá a ellos les pasara algo también y no tuvieron un día tan bueno como el tuyo. Piensa que ya ha ocurrido y que te has sentido así pero no tienes porque estar así todo el rato, podemos hacer algo para arreglarlo.
La mariquita le dijo. ¿El qué? No sé qué hacer….
Leo: ¿y si vamos juntos a la fiesta de la primavera? Seguro que allí habrá animalitos que quieran pasarlo bien.
La mariquita y el gatito negro fueron juntos a la celebración, allí encontraron una gran merienda con música y flores adornando todos los arbustos. Estaba el cocodrilo con su amigo el camaleón, la hormiga con sus amigas gusana y garrapata. Todos querían bailar y jugar hasta el anochecer.
La mariquita comenzó a sentirse mejor, ya había pasado aquella sensación y ahora estaba en otro lugar haciendo otra actividad que le hacía feliz. Aprendió que lo que uno siente o le pasa es la experiencia de uno mismo y que lo que el otro siente o le pasa es su propio aprendizaje. Yo soy yo tu eres tú. Vivimos en un mundo compartido pero cada uno como ser unitario con su identidad. (Terapia Gestalt).



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